Hablar no es ver

Hablar no es ver. Hablar libera el pensamiento de esta exigencia óptica, que, en la tradición occidental, somete desde hace milenios nuestra aproximación a las cosas y nos invita a pensar bajo la garantía de la luz o bajo la amenaza de la ausencia de luz.
El habla es guerra y locura ante la mirada La conversación infinita. Maurice Blanchot

(english below)

Diseño de hardware y firmware: Riley García

El proyecto ha sido presentado en la galería Max Estrella, de abril a julio de 2023, formando parte de la exposición «El día que el Universo cambió», comisariada por Gregorio Cámara.

La obra reúne las violencias señaladas por Maurice Blanchot entre el habla y la mirada[1] con la capacidad de la voz para fracturar la propia imagen.

Según un estudio desarrollado por científicos de la Universidad British Columbia de Vancouver[2], somos capaces de oír a través de las huellas que deja en nuestra piel el habla del otro.

“Hablar no es ver” hace visible esa huella sonora, pero sobre nuestra propia imagen, superponiéndose con nuestra relación con el espejo.

El espejo permite experimentar la extrañeza profunda de vernos a nosotros mismos fuera del propio cuerpo, en un juego en el que brevemente podemos vislumbrar, como Narciso en el estanque, la mirada del otro, pero en la paradoja de nuestra propia mirada.

El espejo es, entonces, el primer otro. A él le hablamos, nos hablamos; ante él nos desdoblamos, queriendo comprobar nuestro discurso. Sin embargo, el espejo no devuelve la voz, sino una mueca ventrílocua a la que le acoplamos el sonido. Como sabemos, es la totalidad del espacio la que devuelve la voz en forma de múltiples ondas reflejadas, pero la percepción se esfuerza involuntariamente en enfocar la procedencia del sonido en la boca del espejo, tratando de reconstituir una ficción y un imposible: la unidad entre imagen y sonido. Es lo que hacemos cuando en la proyección de una película transferimos la fuente sonora de los altavoces de la sala a las imágenes planas de la pantalla.

La propuesta materializa entonces la voz como interferencia de la imagen, lleva a la superficie del espejo la violencia del habla, poniendo en crisis su proceso de constitución: el habla que pone en vibración el espejo sustrae la propia imagen. Atenta contra su régimen de ficción y repite la disolución de su compacidad en su actual estado de devaluación medial.

Descripción técnica:
Varios espejos flexibles de poliestireno espejo plata, se sitúan colgados en la pared, como en una galería de espejos deformantes de un recinto ferial. En la parte superior de cada espejo un micrófono recoge la voz de la persona que se sitúa delante de él. Un patch en Pure Data procesa la voz y la envía a una solenoide alojada detrás del espejo, que la transforma en vibración.

Relacionados:

Negar la voz dada

Máquina de callar

Mi voz es otro

[1] Maurice Blanchot. L’entretien infini. Éditions Gallimard, 1969

[2] Junto con el comité de expertos en investigaciones del habla de los Laboratorios Haskins de New Haven, dirigido por el profesor Bryan Gick. Véase Gick, b. y Derrick, d., «aero-tactile integration in speech perception», Nature nº 462, noviembre 2009, pág. 502-504.

Toda la documentación técnica sobre el proyecto aquí:
https://github.com/ex-arte-electronico-y-experimental/silent-audio-motion


Work made thanks to the Aid for the Creation of Visual Arts of the Community of Madrid, 2019.

The work brings together the violence indicated by Maurice Blanchot between speech and gaze with the ability of the voice to fracture  self-image itself.

According to a study carried out by scientists from the British Columbia University in Vancouver, we are able to hear through the traces that the other’s speech leaves on our skin.

«Speaking is not seeing» makes that sound trace visible, but on our own image, overlapping with our relationship with the mirror.

Mirrors allow the deeply strange experience of being able to see ourselves from outside our bodies, a situation in which we can briefly glimpse the other’s gaze, paradoxically, in our very own.

Thus mirrors are the first ‘other’. We talk to them, with that ‘other’, trying to persuade; we unfold before them, trying to ascertain how authentic others find our discourse. However, mirrors do not return any sound, but a voiceless ventriloquy to which we assign sound. But obviously, it is the space around us that reflects our voice as multiple delayed wavefronts, and it is our perceptual inclination to automatically match the source of this reflected sound to the mouth in the mirror, attempting the reconstruction of an impossible fiction: unity between image and sound. That is what we do when watching a film, transferring the origin of the sounds we hear from the loudspeakers in the room to the images moving on screen.

This piece, then, materializes the interference of voice with image, and brings the violence in speech onto mirrors’ surfaces, endangering its own process of creation: speech makes the mirrors vibrate and takes away our image in doing so. It attacks its own fictional condition and, in its current state of medial devaluation, echoes the breakup of its compactness.

Related:

Negar la voz dada

Máquina de callar

Mi voz es otro

Description:
Reactive Sound Sculpture.
A series of flexible silver polystyrene mirrors, hang from a wall, like a gallery of distorting mirrors found in some fairgrounds. A solenoid is attached at the back of each mirror and makes it vibrate. A microphone on the top part of each mirror picks up the voice of whoever stands in front. The sound of the voice is sent to a Pure Data patch to process it and send it to its corresponding solenoid, which transforms the signal into various mechanical vibrations that finally move the mirror’s surface.

Technical documentation can be found here:
https://github.com/ex-arte-electronico-y-experimental/silent-audio-motion