(English below)
Instalación sonora con robots móviles
Concepto, programación y estructura de los robots: Arturo Moya Villén
Diseño de hardware y firmware: Riley García
“Toda habla es violencia, violencia tanto más temible cuanto que es secreta”. Estas palabras, que Blanchot escribiera en La conversación infinita (Arena libros, 2008), verbalizan la tesis del marco de trabajo “Violencias del decir” en el que se inscribe “La interrupción. Homenaje a Barry Le Va”. Este marco se pregunta por las violencias del habla, de la voz y del lenguaje. En el caso de “La interrupción…” se pretende poner de relieve la violencia inherente a la comunicación a través de un dispositivo tecnológico mediador: el robot.
De una forma semejante a como sucede con la violencia sustitutiva del sacrificio ritual (René Girard “La violencia y lo sagrado” Anagrama, 1983), la palabra en el aire encarna una violencia otra y anterior que, imposible de disipar, es reconducida hacia el ámbito seguro del lenguaje, donde el que toma la palabra evita sufrir un daño inasumible.
Una serie de robots móviles con altavoces se desplazan libremente por el espacio expositivo transportando y proyectando sonidos. El movimiento de los robots consiste en avanzar obstinada y ciegamente hasta que encuentran un muro u obstáculo que los frena. Cuando esto sucede cambian de trayectoria de forma aleatoria, hasta que encuentran el siguiente obstáculo.
El sonido presenta dos comportamientos diferenciados para el trayecto y para la colisión:
- Cuando colisionan los robots pueden emitir tres únicos sonidos: “yo”, “aquí” o “ahora”. Esta declaración hace referencia a las teorías sobre el lenguaje de Karl Bühler, en las que el sistema “yo-aquí-ahora” (“Teoría del lenguaje”. Alianza Universidad, 1979) es el eje de coordenadas del campo mostrativo, y sin el cual el lenguaje no funcionaría como tal. El sistema señala la relación entre cuerpo y lenguaje, y habla de un lenguaje que necesita y apunta directamente al cuerpo. El lenguaje encarna el cuerpo y pasa de signo abstracto a cuerpo en ciernes, a amenaza velada.
- Cuando los robots se están desplazando proyectan fragmentos de audios de conversaciones grabadas entre el autor y personas a las que les cuenta el proyecto. Los audios corresponden a las últimas frases pronunciadas antes de ser interrumpido por su interlocutor. No es importante entonces lo que se dice, sino la interrupción, el espacio en el que los argumentos flaquean, en el que se pierde la batalla del enfrentamiento dialéctico y surge el otro. La interrupción es entonces la rendija que posibilita al otro en el diálogo.
“La interrupción…” contiene un homenaje a la obra de 1969 Velocity-Impact Run de Barry Le Va. En ella el artista corre por el espacio expositivo, golpeándose una y otra vez contra la pared. La obra de Le Va, presentada como un registro en audio del proceso, nos propone la escucha de una violencia real en diferido, es una violencia desviada, lo que la conecta con la tesis central del proyecto.
En “La interrupción…” los elementos de la obra de Barry aparecen pero dislocados: ahora el sonido no es testimonio fijo, sino que recorre -literalmente- el espacio; en lugar del cuerpo de Barry aparecen unos robots, que se encargan de asumir la violencia que sufre su cuerpo; la violencia de su anatomía estrellándose contra la pared es sustituida por la violencia de la palabra en su viaje hacia el otro; y el muro en la obra de Barry, los límites del espacio expositivo, la frontera entre el arte y la vida, aquí se convierten en el otro.
La palabra robot procede de los vocablos checos robota –trabajo forzado-, y rabota –servidumbre-. Los robots, en cuanto dispositivos esclavos, son expuestos a peligros que el ser humano busca evitar en su batalla por dominar el mundo natural: se les pide llegar a lugares inaccesibles, manipular sustancias peligrosas o desactivar bombas, todo con el objeto de evitar un daño físico. Podríamos decir entonces que los robots también encarnan y disipan violencias.
Además, en el imaginario colectivo, los robots representan la esperanza de salvación de la humanidad a través de la técnica. En ese sentido, proponer unos robots locos, ciegos y obstinados nos sirve para operar sobre uno de los mitos ilustrados más poderosos: la promesa -siempre incumplida- de felicidad a través del progreso y la técnica. La elección de la robótica para el proyecto añade un estrato necesario a las investigaciones desarrolladas sobre las violencias del habla, y nos permite reflexionar sobre las agresiones que colonizan el lenguaje cuando la tecnología media entre dos cuerpos ausentes y convertidos en inmediatez electrónica.
Sound installation with mobile robots
Concept, programation and robot’s shell: Arturo Moya Villén
Hardware and Firmware Design: Riley García
«All speech is violence, violence all the more fearsome as it is secret.» These words, which Blanchot wrote in The Infinite Conversation, verbalize the thesis of the framework “Violences of Saying” in which “The Interruption. A tribute to Barry LeVa” is included. The framework questions the violence of speech, voice and language. In the case of «The Interruption» it is intended to highlight the violence inherent in communication through a mediating technological device: the robot.
As happens with the substitutive violence of ritual sacrifice, the word in the air embodies another and earlier violence that, impossible to dissipate, is redirected towards the safe sphere of language, where the one who speaks avoids suffering an unacceptable damage.
A series of mobile robots with loudspeakers move freely around the exhibition space transporting and projecting sounds. The movement of the robots consists of advancing obstinately and blindly until they find a wall or obstacle that stops them. When this happens, they change their trajectories randomly, until they find the next obstacle.
The sound presents two different behaviors for movement and for collision:
- When they collide, the robots can emit three unique sounds: «me», «here» or «now». This refers to Karl Bühler’s theories of language, in which the “me-here-now” system is the coordinate axis of the index field, and without which language would not function as such. This system points out the relationship between body and language, and speaks of a language that needs and refers directly to the body: The language embodies the body and passes from an abstract sign to a veiled threat.
- When the robots are moving, they project audio fragments of recorded conversations in which the author tells other people about the project. The audios correspond to the last sentences spoken before being interrupted by their interlocutor. It is not important then what is said, but the interruption, the space in which the arguments fails, in which the battle of the dialectical confrontation is lost and the other arises. The interruption is then the fissure that enables the other in the dialogue.
«The Interruption…» contains an homage to Barry Le Va’s 1969 work Velocity-Impact Run. There, the artist runs through the exhibition space, hitting himself against the wall over and over again. Le Va’s work, presented as an audio recording of the process, offers us the listening to a real violence in deferred, it is a deviant violence, which connects it with the central thesis of the project.
In “The Interruption…” the elements of Barry’s work appear but dislocated: now the sound is not a fixed testimony, but rather travels -literally- through space; instead of Barry’s body we have some robots, which assume the violence suffered by his body; the violence of his anatomy crashing against the wall is replaced by the violence of the word in its travel towards the otherness; and the wall in Barry’s work, the limits of the exhibition space, the border between art and life, here become the other.
The word robot comes from the Czech words robota -forced labor-, and rabota -servitude-. Robots, as slave devices, are exposed to dangers that humans seek to avoid in their battle to dominate the natural world: they are asked to reach inaccessible places, handle dangerous substances or deactivate bombs, all in order to avoid physical harm. We could then say that robots also embody and dissipate violence.
In addition, in the collective imagination, robots represent the hope of salvation for humanity through technology. In this sense, proposing some crazy, blind and obstinate robots helps us to operate on one of the most powerful myths from Enlightenment : the promise -always unfulfilled- of happiness through progress and technique. The choice of robotics for the project adds a necessary layer to the research carried out on the violence of speech, and allows us to reflect on the aggressions that colonize language when technology mediates between two absent bodies converted into electronic immediacy.