el grito

fotos: Darío Vigil Hernández

El grito, performance colaborativa, 2010. Arturo Moya Villén

performer: Ruth Abellán

Video: frame on frame

Textos: Miguel Copón y Rubén Hernández

El grito es un trabajo que conjuga el arte sonoro, la performance y la instalación interactiva  mediante un formato de acción colaborativa.

El grito juega con las fronteras de lo íntimo y lo colectivo; el público es invitado a intervenir profiriendo un grito que será la base para la creación de una pieza sonora comunitaria. Los sonidos resultantes  se arrojarán al público a través de una performer, que mediante sensores EMG* articulará  las distintas intervenciones a la vez que activará distintos procesos de síntesis y manipulación  del sonido.

un performer abre y cierra los ojos.
 Cuando cierra los ojos aparece el grito

La performer únicamente abre y cierra los ojos, enviando una señal eléctrica que es captada por unos sensores EMG*. La señal saliente es convertida en MIDI y usada para procesar y desvelar los gritos efectuados en directo por los asistentes en un espacio separado. El dispositivo consigue que el movimiento de los párpados muestre u oculte la presencia del grito. De este modo lo más personal, lo que ha de permanecer oculto, se fundirá en un espacio de sonido colectivo. El grito interior o privado, la manifestación más “primitiva” de lo subjetivo, mediado por el performer y la tecnología, se transforma en la manifestación del inconsciente colectivo.

Los sensores EMG (electromiógrafos) recogen señales eléctricas producidas por la actividad muscular. Detectan el potencial eléctrico generado por las células musculares cuando su estado cambia entre la actividad mecánica y el reposo.

Materiales preparatorios para El grito

El grito es también una video-instalación desplegada en cinco pantallas.

«Segundos antes de gritar cerramos los ojos buscando un objetivo, una presa que merezca el (sobre) esfuerzo de unos músculos acostumbrados a la laxitud de lo cotidiano. Gesto inútil, una vez proferido el sonido no alcanza su destino, estalla en nuestro rostro ante la sorpresa de quien nos contempla. es nuestro cuerpo el que explota. El grito es un espejo.»

La vídeo-instalación propone un formato que complementa y da continuidad a la performance, más allá del momento de la acción, la fragmenta y captura permitiendo prolongar su ciclo creativo. Sin embargo, no es la propia acción la que se recoge para crear las imágenes de la vídeo-instalación, sino otras que la confrontan y cuestionan. una serie de personas anónimas son grabadas mirando a través de un cristal, su imagen proyectada se convierte en un espejo para el público que las mira. poco a poco van desapareciendo detrás de una cortina negra que se impone sobre la imagen, ocultándola. Desaparece la imagen y con ella nuestro reflejo. El resultado es el silencio, contrapuesto a la acción que se desarrolla de forma paralela.

Textos:

Grito

La realidad transcurre entre el balbuceo y el grito. En el principio, el verbo no se ha formado, sólo son sus componentes rítmicos y materiales los que van acumulándose, probando, jugándose en cada ocasión, para lograr confirmar un esqueleto en el que quepa lo razonable, a medida, encasado. El balbuceo del niño es diferente al del loco; el uno construye, el otro inaugura las ruinas de un lenguaje en el que sólo resta un residuo de orden, oscuridad, raíz sin rama. El grito no es su opuesto, sino otro extremo de lo razonable. En el Ordo Virtutum de Hildegard von Bingen, el diablo no puede cantar, porque toda harmonía le está vetada. Sus expresiones rasgan y se pasean por lo inarticulado: gritar, gruñir, chillar, aullar, vociferar, clamar, bramar, rugir. Todas formas variadas del grito, expresión de lo sublime. Gritamos al traspasar un límite, y es traspasando un límite, el vocal y el de lo razonable, como lo manifestamos. Para gritar, es preciso olvidar todo lo que pertenece al ámbito de lo razonable, que reconocemos como prevención. La dificultad del ejercicio es que tiende a lo doloroso, a la herida. No es bastón para el mundo, sino hacha, le gustaría hendir la realidad, comenzando por el cuerpo que aloja la voz. La vibración debe deshacerse de cuanto la aprisiona, liberar. Pero todo lo que aprisiona la vibración es lo que puede modularla: ya no hay canto, ni palabra, ni sentido, ni espera, sino una extremada variedad donde todo ello debe deshacerse. Si gritáramos lo suficiente, nos haríamos daño, sobra garganta, laringe, boca o labios, los pulmones quisieran estallar en velocidad y abrirnos en canal, pelarnos con el grito, partir, dividir, agrietar. Quizá que la autentica harmonía sea la del diablo, que en el grito nos posee. Harmonía, palabra griega que indica que las junturas se unen, provocando unidad, continuidad, consecuencia, formas suaves de lo que el grito niega. Si gritáramos con todas nuestras fuerzas, el mundo se partiría. O eso significa diablo: el que separa, la antiharmonía. En los restos balbuceados reconocemos la imposibilidad de un mundo hecho de ritmos, variaciones y repetición, su estructura material desnudada, como música. En las destrucciones del grito, el mundo es orgiástico, dionisíaco: la boca de Apolo es lo que nos impide gritar con toda la fuerza, ser devorados por las pasiones, el dolor, el miedo, el placer, aquellas que nos hacen gritar perdiendo en parte el sentido, saltándonos los límites, o compartiendo como en la proeza deportiva, la satisfacción, desde nuestro cuerpo caprino de sátiros, de haber traspasado un límite. Gritar para desaparecer, deshaciendo mi cuerpo, convirtiéndome en animal –un límite de lo humano- gruñendo, aullando, bramando, o en un dios –segundo límite de lo humano- dionisíaco, encendido, abierto, estallando sobre cuanto hay para partirlo en dos, en infinitos pedazos irreconciliables, sin posibilidad de imán. Nos gustaría gritar lo suficiente para que mi cuerpo estallara, y con él el mundo. O no es otra cosa el mito fundacional cristiano, no nace del grito de desesperación del hijo, al comprender su soledad en la cruz, el abandono del sentido, “Eli, Eli, ¿lama sabactani?” “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Mateo 27:46” Un segundo grito, tras la pregunta por la soledad hace que el hijo de Dios muera: “Jesús, gritando otra vez con gran voz, exhaló el espíritu”. Desde aquí, se crea nuestro mundo, auténtica teogonía, que plantea la pregunta sin posible respuesta, tan sólo voz sin modular, vibración libre, aire tenso que atraviesa y revienta el cuerpo y se dirige sin pausa a crear el mundo desde sus cenizas. El diablo posee a Cristo, Dionisos habla por la boca de Apolo. “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló y las rocas se partieron; y los sepulcros se abrieron… Miguel Copón

los escasos y tenues gritos que tienen el gusto de escuchar los ejecutores de Giordano Bruno dispuestos en semicírculo en la Piazza dei fiori; los gritos de placer que atronan la casa de Great Tichfield Street en la que Thomas De Quincey se cita con la joven Ann; el patético grito de dolor de Tales de Mileto, despanzurrado en una zanja por andar siempre mirando al cielo; el grito segado de Pier Paolo Pasolini cuando el neumático le revienta el esternón; los gritos descerrajados por Raymond Carver en el Dirty Dave Pub de Eureka, California, cuando el barman se niega a servirle otro Jack on the rocks; el grito de terror de Abelardo, sofocado al instante por una avalancha de manos, al entender que Fulberto y sus secuaces se disponen a castrarle con el cuchillo del tabernero; los minúsculos gritos de Robert Walser en los bosques de Herisau, inaudibles como el árbol del obispo Berkeley; los gritos, seguramente nunca proferidos, de Eurípides al ser despedazado por los perros salvajes del rey Arquelao; los gritos sediciosos del Marques de Sade desde su celda de la Bastilla incitando a la muchedumbre a la Revolución; el grito estúpido de William S. Burroughs (Joan!!! Joan!!!) cuando ve caer al suelo la manzana intacta; los míticos gritos de Boecio, tras su decapitación, con su propia cabeza en una mano y la Consolatio philosophiae en la otra; los temblorosos gritos de Franz Kafka la noche del 5 de julio de 1916, entre sueños; los gritos enfebrecidos de Ludwig Wittgenstein, blandiendo un atizador ante el rostro de Karl Popper, en la Sociedad de Ciencia Moral de Cambridge; el grito que lanzó Empédocles al contacto con el denso magma del Etna y el grito que contuvo Paul Celan al sentir el frío intenso de las aguas del Sena; los gritos furiosos de Yukio Mishima mientras Masakatsu Morita trata en vano de completar su seppuku con una retahíla de imprecisos hachazos en la espalda; el grito estrangulado de Samuel Beckett al recibir la navaja apática de aquel clochard; el árido gritoRubén Hernández

Participantes:

Ruth Abellán, performer
De formación musical clásica, centra su interés tanto en el ámbito interpretativo como teórico en la música de creación reciente. Profundiza en el análisis de la interpretación y la producción con medios electroacústicos. Ha actuado como intérprete solista y performer en el Conservatorio Santa Cecilia de Roma en el I Festival di Musica Elettroacustica donde estrena “Il rumore bianco è la paura” de Arturo Moya, en el Teatro Tomás y Valiente de Fuenlabrada, en la Sala Rafael Altamira de Alicante, el Auditorio Municipal de Albacete o el Teatro Principal de Almansa, interpretando obras de Alvin Lucier, La Monte Young, C. Wolff o G. Brncic entre otros. En la actualidad compagina su labor docente en la Escuela Municipal de Música de Talavera de la Reina con su actividad interpretativa como integrante del ensemble Si’l Beuys Plight y cursa estudios de doctorado en Historia y Ciencias de la Música en la Universidad Complutense de Madrid.

Pablo Martínez y Miguel Espín
Guión, Dirección, Producción y Edición de la película documental “Todavía no se entiende. Los Torreznos. El documental” protagonizada por el dúo performático Los Torreznos y rodada en Kirkeness (Noruega), Nikel (Rusia), Madrid (España) y Shanghai (China). “Nacho Criado No existe” COPÓN Miguel y CRIADO Nacho.  Catálogo. Círculo de Bellas Artes. CBA. Madrid 2007.  Producción y realización de las piezas audiovisuales “Paisaje en piscis”, “Tumulario”, “Incisiones en el discurso”, “Escalera”, “El tiempo es infeliz”, “Carrera 6” para el artista Nacho Criado. Montaje y asesoramiento técnico de las piezas audiovisuales para la exposición “Espejos en la niebla” de Basilio Martín Patino celebrada del 18 de abril al 6 de junio en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Producción y realización audiovisual de la pieza “Ejercicios para cruzar fronteras” de los artistas Los Torreznos para el Barents Festival de Arte de Barents en Kirkeness (Noruega) y Nikel (Rusia). “Paraíso fragmentado” VV.AA. Catalogo. Pabellón de España de Bienal de Arte Venecia. Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Estatal, SEACEX, Xunta de Galicia. España, 2007. Producción y realización de las piezas audiovisuales “La noche electoral”, “35 minutos”, “El reloj”, “Política interior” y “Esto no se entiende” para los artistas Los Torreznos.  Producción y realización de la pieza audiovisual “Baraka” del artista Fernando Sánchez Castillo para la exposición “Abajo la inteligencia” celebrada en el MUSAC de León.

Miguel Copón
Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca. Master en EstŽética y Teoría de las Artes y Doctor en Filosofía en La Universidad Autónoma de Madrid, donde ha sido profesor de EstŽética y Teoría de las Artes, con especialización en EstŽética Sonora, Director de Radio Autónoma y del Plan de Comunicación, así como en el Master de Práctica de las Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Como crítico es Premio Espais a la critica d’art y ha colaborado con medios como Diario 16, Abc, Creación, Sileno, Lápiz, entre otros. Ha publicado, traducido o editado algunos libros para Alianza Editorial, Tecnos, Cátedra, Comunidad de Madrid, Museo Reina Sofía, entre otros. Ha producido, escrito o comisariado obra para Nacho Criado, Los Torreznos, Ignacio Caballo, Tony Cragg, Pablo Guerrero, Severo Sarduy, entre otros.
Miguel Copón

Rubén Hernández
Es investigador en el campo de la Teoría del Cine y la Estética Fílmica y director editorial de Errata Naturae Editores. Ha impartido clases en el Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid y ha comisariado las muestras retrospectivas dedicadas al cine de Pere Portabella en las ciudades de Sao Paolo (Centro Cultural da Cidade) y Múnich (Filmmuseum). Actualmente colabora con diversas publicaciones como la Revista de Occidente y El ABCD Las Artes y Las Letras. Es autor del libro “Pere Portabella. Hacia una política del relato cinematográfico”.
erratanaturae

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